martes, 27 de octubre de 2009

Los Textiles Amuzgos


Una de las tradiciones que las mujeres amuzgas aprenden desde muy pequeñas es el obtener hilos del algodón, teñirlos con colores vegetales y con ellos tejer hermosos y coloridos vestidos a los que llamamos huipiles, la mayoría de las veces buscando con ello venderlos y contribuir con ello al ingreso familiar. En los últimos años el proceso a tendido a simplificarse con las nuevas generaciones en virtud de que el ingreso que se obtiene no justifica en lo mínimo la inversión de tiempo y trabajo.




Es un proceso laborioso en donde hace falta la creatividad, la paciencia y mucho esfuerzo para tejer un huipil que lleva de dos a ocho semanas de trabajo dependiendo de la complejidad del diseño y de la experiencia de la tejedora. Es impresionante el rico colorido de los diseños y la combinación de los mismos con que adornan los telares. Los diseños están casi siempre inspirados en la naturaleza de manera especial en las flores y aves.



Desafortunadamente ese maravilloso y creativo trabajo para confeccionar los huipiles no es valorado y por el contrario es motivo de una forma más de explotación como pasa casi siempre con el trabajo artesanal de muchos pueblos. Con nuestras mujeres amuzgas no es la excepción ya que los vestidos son adquiridos por compradores intermediarios que pagan entre 60 y hasta 150 pesos por huipil dependiendo del grado de complejidad del diseño y del acabado del mismo. A este precio habría que descontar además el costo de materiales. Como es evidente, la voracidad de los intermediaros es criminal. Más aún cuando uno visita una de las muchas tiendas con aparadores en donde se comercializan esos mismos huipiles a precios que uno no puede siquiera imaginar, 700 a 1,000 pesos si el cliente es nacional y si la compra es en dólares puede valer desde 150 hasta 300 dólares un huipil, todo dependerá de la exclusividad de donde este instalada la tienda o tal vez debería decir la boutique.


A pesar de todo esto las mujeres amuzgas siguen produciendo e intentando vender mejor su producto y en ocasiones (muy pocas desafortunadamente) han logrado organizarse y buscar ayuda para obtener créditos pequeños que les permita defender el precio de su producto. Sé de la experiencia de un grupo de mujeres amuzgas del Municipio de Xochistlahuacán en el Estado de Guerrero, que se organizaron y se constituyeron en una cooperativa la cual lleva por nombre la "Flor de Xochistlahuaca" y por medio de esta forma de organizarse han podido obtener apoyos económicos y han logrado reconocimiento a su trabajo a través de premios nacionales por los hermosos huipiles que producen, como el premio que FONART les otorgó.

Justamente hace unos meses tuve la fortuna de saludar personalmente a una de esas mujeres amuzgas, tejedora experimentada y reconocida por su participación en la fundación de dicha cooperativa, por su participación como funcionaria en una de las administraciones del Municipio de Xochistlahuaca, y especialmente reconocida por los premios que ha obtenido con sus hupiles, uno de ellos otorgado por el FONDO CULTURAL BANAMEX. Se trata de mi paisana la señora Florentina López de Jesús quien fué invitada en el mes de Febrero pasado a un evento en esta ciudad de Zihuatanejo, organizado por el Instituto Lizardi que se llamó "Guerrero es una cajita" con el objetivo de promover la cultura del Estado de Guerrero. Fué muy grato encontrarla a ella y otras talentosas mujeres, verlas tejer y mostrar con orgullo su trabajo. 



Artículo redactado por mi hija Laura Alejandra y enriquecido con material fotográfico de su autoría y a quien expreso mi agradecimientopor su apoyo y paciencia amorosa.

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